Referéndum 1O Cataluña
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Re: Referéndum 1O Cataluña
Vaya la que tenéis montada por Catalonia.
https://www.elmundo.es/cataluna/2021/12 ... b457e.html
Es increíble como no se esconden en que son un gobierno opresor contra todo lo que piense como ellos. Y como desde el resto de España se mira para otro lado que dependemos de sus votos para mantener la poltrona en Madrid.
https://www.elmundo.es/cataluna/2021/12 ... b457e.html
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Re: Referéndum 1O Cataluña
Lo de Cataluña recuerda épocas muy oscuras de Europa.
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Re: Referéndum 1O Cataluña
Aquí tenemos a la pequeña nyorda saliendo escoltada de la escola catalana de Canet de Mar...sporting200 escribió: ↑09 Dic 2021, 16:33Vaya la que tenéis montada por Catalonia.
https://www.elmundo.es/cataluna/2021/12 ... b457e.html
Es increíble como no se esconden en que son un gobierno opresor contra todo lo que piense como ellos. Y como desde el resto de España se mira para otro lado que dependemos de sus votos para mantener la poltrona en Madrid.
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Re: Referéndum 1O Cataluña
Qué vergüenza y qué pena todo.
Y que esta gente todavía se permita el lujo de ir por ahí dando lecciones a los demás. Es acojonante.
Y que esta gente todavía se permita el lujo de ir por ahí dando lecciones a los demás. Es acojonante.
"PÁSANOS POCO..."
EN 1992 ME QUITARON POR REAL DECRETO LA PROPIEDAD DEL REAL SPORTING DE GIJÓN. Y NO ME PAGARON NADA POR ELLO
"LES HA TOCADO LA LOTERIA. SI NO ES IMPOSIBLE QUE ESTA GENTE HAYA HECHO DINERO. LES HA TOCADO LA LOTERIA" JOSE MARIA GARCIA TRAS ENTREVISTAR A FERNANDEZ Y ARANGO.
"Jocke Nilsson var en av de bättre spelarna i landet. Bra ryck, lojal, disciplinerad och en dribbler med en utomordentlig teknik." - Olle Nordin.
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Re: Referéndum 1O Cataluña
Nos esta quedando un mundo que parece una guarderia . Que coñazo .
Re: Referéndum 1O Cataluña
- Pero y por qué no se puede hablar catalán en el Congreso? Hay también cosas que molestan por el otro lado.
Eso dijo un tertulianu de RNE por la mañana a raiz del tema esti
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Re: Referéndum 1O Cataluña
Qué sigan haciendo el nazi, que cuanto más lo hagan más gente lo verá y se les caerá la venda de los ojos. Hizo más por el catalán Franco que toda esta gentuza.
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Re: Referéndum 1O Cataluña
Que nazis son estos catalanes sí..... jajajaja
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Re: Referéndum 1O Cataluña
los Estados hispanos (incluyo a España) son políticamente disfuncionales porque están moralmente debilitados. Por eso les nacen alrededor pequeños poderes feudales que los desafían y que, presentando múltiples apariencias, son en todos los casos lo mismo, un avance de la feudalización: guerrillas comunistas, cárteles de la droga, nacionalismos, regionalistas, indigenismos revolucionarios. Y se hacen fuertes frente a un Estado que es incapaz de hacer valer el imperio de la ley igual para todos. Esto se manifiesta en que estos Estados ceden y pactan con los señores feudales en nombre de la paz y de la convivencia pacífica, generando así su propio desprestigio y ahondando su debilidad. Esto es lo que han hecho los distintos Gobiernos de España frente al terrorismo y el nacionalismo, y es lo que ha hecho el Gobierno de Colombia frente a las farc. ¿El problema anida en esos pueblos? En absoluto. Los españoles han dado ejemplo durante décadas de civismo y valor, de férrea confianza en sus leyes y en sus instituciones frente al terrorismo, como lo están dando ahora frente al desafío secesionista en Cataluña. Admirables fueron también los colombianos cuando rechazaron en referéndum ceder ante las farc en 2016. Les fallaron sus élites, como ahora están fallando en España otra vez.
Re: Referéndum 1O Cataluña
Es de buena educación mencionar a los autores de los textos citados y poner éstos entre comillas. Aunque sea la musa del pajillero voxista, Roca Barea también tiene sus derechos.
Re: Referéndum 1O Cataluña
jojojojo el miniyo aprendiz de troll vaya pájaro está hecho.
Re: Referéndum 1O Cataluña
Estas cosas lo enchiden a uno de orgullo... o como se diga
Re: Referéndum 1O Cataluña
Haz tiempu que no escucho de la Barea esta pero fae un par de años tuvo un encontronazo con Reverte que la puso en su sitio
Re: Referéndum 1O Cataluña
qué cojones tendrá que ver Colombia... qué atrevida es la ignorancia...
Re: Referéndum 1O Cataluña
Esti ye el artículo que le dedicó Arturo a Roca Barea después de leer Imperiofobia obra de dicha autora
Imperioapología y otros disparates
Con la Ilustración, el extranjerismo y las malsanas doctrinas se infiltraron en nuestra patria»… Esa frase, leída en 1958 en mi libro escolar de Historia de España, figura con palabras casi idénticas en Fracasología, de María Elvira Roca Barea, que acabo de leer con más estupor que indignación. En su anterior libro Imperiofobia y leyenda negra, donde reivindicaba lo mejor de nuestra historia a costa de ocultar estragos y sombras, Roca Barea dedicó una mención poco simpática a las novelas del capitán Alatriste: criticar a la Inquisición le parecía antipatriótico. En su momento no le di importancia, pues novelistas como Pérez Galdós, Baroja y Blasco Ibáñez, de más talla que la mía, hacen innecesario rebatir esa estupidez. Pero en su nuevo libro, furibundo ataque contra la Enciclopedia y la Ilustración española del XVIII, Roca Barea vuelve a darme un pellizquito de monja, esta vez con Hombres buenos: precisamente una novela que escribí sobre el difícil empeño de los ilustrados en España, con el resultado de un siglo XIX infame y un XX trágico.
Así que, en vista de su insistencia y confiando en que me dé nuevos motivos, voy a ocuparme de Roca Barea; cuyo argumento en ambos libros, aplaudidos por lectores respetables –cada cual es muy dueño, y ahí no me meto– pero sobre todo por una derecha política necesitada de vitaminas para su anemia intelectual, es que nuestros males no provienen de gobernantes ni súbditos, sino de la conjura de otros imperios –judeomasónica, falta decir– que nos tenían envidia cochina. Montesquieu, Voltaire son culpables, y la España de los Austrias fue más moderna que la Francia ilustrada. En su doble, caprichosa y desordenada obra, donde mezcla hechos irrefutables con turbios escamoteos y desvergonzados autoelogios, Roca Barea llama «catetos» a los afrancesados, se chotea de Jovellanos, se pasa por la bisectriz o ignora el pesimismo de Galdós, la trágica dualidad de Goya («Dibuja lo que nunca ha visto»), la triste suerte de Moratín, la mirada de Larra, los juicios a fray Luis de Granada y fray Luis de León, el vitriolo de Quevedo, la melancolía de Cervantes, el Índice de libros prohibidos, el drama de los liberales perseguidos, el proceso Olavide, las universidades que, mientras la Ilustración cambiaba Europa, discutían si el purgatorio era sólido, líquido o gaseoso y forzaban a Jorge Juan, que trajo el cálculo infinitesimal de Newton, a escribir en sus libros: «Esto, que parece probado científicamente, no debe creerse por contrario a la doctrina de la Iglesia».
Y así, todo. Cuando afirma «la resistencia que el desarrollo científico encontró en España fue la misma que en todas partes», Roca Barea niega la tenaza de oligarcas y obispos que nos mantuvo analfabetos y atrasados durante siglos. Y al criticar el «cientifismo» con torpes argumentos («Cristina de Suecia era ilustrada pero insoportable») prescinde de lo escrito por historiadores serios, culpa de la independencia de América a las reformas ilustradas, menosprecia a Las Casas, olvida las revueltas indias aplastadas, sostiene que expulsar a los judíos no fue para tanto, atribuye la decadencia a conspiraciones francesas, inglesas y protestantes, descalifica a los intelectuales españoles, perdona la vida a Ganivet, Unamuno y Ortega, afirma que el problema de España son los autores que no la aplauden, y, lo que ya es el colmo, acusa a Menéndez Pelayo de dar munición al enemigo con su Historia de los heterodoxos españoles. Para rematar con algo inaudito: «España no ha sabido aceptar su posición subsidiaria en el imperio hegemónico que es EE.UU.».
Si Imperiofobia y Fracasología no fuesen monumento sincero al antieuropeísmo y la vanidad sin complejos de la autora («¿Alguien ha leído despacio a Max Weber?»), podrían atribuirse a mala fe. Para quien conoce las fuentes documentales que utiliza o esconde, su lectura produce vergüenza ajena: ninguna culpa tienen el gobernante corrupto ni el vulgo analfabeto. Los suyos son libros exculpatorios, no para mejorar lo que podríamos ser, sino para justificar lo que somos. Detalle clave es que pase de puntillas por algo fundamental: el Estado español nunca fue capaz de oponer un relato alternativo al de sus enemigos, pero no por causa de éstos, sino por incompetencia y dejación propias. Eso hizo que nuestra imagen exterior la modelasen quienes la autora llama «cotarro intelectual protestante». Y qué triste casualidad: ya no existen Isabel de Inglaterra ni Luis XIV, pero lo mismo ocurre hoy con la imagen de España que el separatismo catalán impone en Europa. Y si lo que podemos oponer a tal desafío es el relato reaccionario, ajeno a la ética y a la historia real, que Roca Barea propone, culpando de nuestro mal no a los españoles sino a Lutero, a Voltaire o a una conspiración de marcianos venidos en platillos volantes, que el Dios imperial y católico que tanto le gusta nos coja confesados
Imperioapología y otros disparates
Con la Ilustración, el extranjerismo y las malsanas doctrinas se infiltraron en nuestra patria»… Esa frase, leída en 1958 en mi libro escolar de Historia de España, figura con palabras casi idénticas en Fracasología, de María Elvira Roca Barea, que acabo de leer con más estupor que indignación. En su anterior libro Imperiofobia y leyenda negra, donde reivindicaba lo mejor de nuestra historia a costa de ocultar estragos y sombras, Roca Barea dedicó una mención poco simpática a las novelas del capitán Alatriste: criticar a la Inquisición le parecía antipatriótico. En su momento no le di importancia, pues novelistas como Pérez Galdós, Baroja y Blasco Ibáñez, de más talla que la mía, hacen innecesario rebatir esa estupidez. Pero en su nuevo libro, furibundo ataque contra la Enciclopedia y la Ilustración española del XVIII, Roca Barea vuelve a darme un pellizquito de monja, esta vez con Hombres buenos: precisamente una novela que escribí sobre el difícil empeño de los ilustrados en España, con el resultado de un siglo XIX infame y un XX trágico.
Así que, en vista de su insistencia y confiando en que me dé nuevos motivos, voy a ocuparme de Roca Barea; cuyo argumento en ambos libros, aplaudidos por lectores respetables –cada cual es muy dueño, y ahí no me meto– pero sobre todo por una derecha política necesitada de vitaminas para su anemia intelectual, es que nuestros males no provienen de gobernantes ni súbditos, sino de la conjura de otros imperios –judeomasónica, falta decir– que nos tenían envidia cochina. Montesquieu, Voltaire son culpables, y la España de los Austrias fue más moderna que la Francia ilustrada. En su doble, caprichosa y desordenada obra, donde mezcla hechos irrefutables con turbios escamoteos y desvergonzados autoelogios, Roca Barea llama «catetos» a los afrancesados, se chotea de Jovellanos, se pasa por la bisectriz o ignora el pesimismo de Galdós, la trágica dualidad de Goya («Dibuja lo que nunca ha visto»), la triste suerte de Moratín, la mirada de Larra, los juicios a fray Luis de Granada y fray Luis de León, el vitriolo de Quevedo, la melancolía de Cervantes, el Índice de libros prohibidos, el drama de los liberales perseguidos, el proceso Olavide, las universidades que, mientras la Ilustración cambiaba Europa, discutían si el purgatorio era sólido, líquido o gaseoso y forzaban a Jorge Juan, que trajo el cálculo infinitesimal de Newton, a escribir en sus libros: «Esto, que parece probado científicamente, no debe creerse por contrario a la doctrina de la Iglesia».
Y así, todo. Cuando afirma «la resistencia que el desarrollo científico encontró en España fue la misma que en todas partes», Roca Barea niega la tenaza de oligarcas y obispos que nos mantuvo analfabetos y atrasados durante siglos. Y al criticar el «cientifismo» con torpes argumentos («Cristina de Suecia era ilustrada pero insoportable») prescinde de lo escrito por historiadores serios, culpa de la independencia de América a las reformas ilustradas, menosprecia a Las Casas, olvida las revueltas indias aplastadas, sostiene que expulsar a los judíos no fue para tanto, atribuye la decadencia a conspiraciones francesas, inglesas y protestantes, descalifica a los intelectuales españoles, perdona la vida a Ganivet, Unamuno y Ortega, afirma que el problema de España son los autores que no la aplauden, y, lo que ya es el colmo, acusa a Menéndez Pelayo de dar munición al enemigo con su Historia de los heterodoxos españoles. Para rematar con algo inaudito: «España no ha sabido aceptar su posición subsidiaria en el imperio hegemónico que es EE.UU.».
Si Imperiofobia y Fracasología no fuesen monumento sincero al antieuropeísmo y la vanidad sin complejos de la autora («¿Alguien ha leído despacio a Max Weber?»), podrían atribuirse a mala fe. Para quien conoce las fuentes documentales que utiliza o esconde, su lectura produce vergüenza ajena: ninguna culpa tienen el gobernante corrupto ni el vulgo analfabeto. Los suyos son libros exculpatorios, no para mejorar lo que podríamos ser, sino para justificar lo que somos. Detalle clave es que pase de puntillas por algo fundamental: el Estado español nunca fue capaz de oponer un relato alternativo al de sus enemigos, pero no por causa de éstos, sino por incompetencia y dejación propias. Eso hizo que nuestra imagen exterior la modelasen quienes la autora llama «cotarro intelectual protestante». Y qué triste casualidad: ya no existen Isabel de Inglaterra ni Luis XIV, pero lo mismo ocurre hoy con la imagen de España que el separatismo catalán impone en Europa. Y si lo que podemos oponer a tal desafío es el relato reaccionario, ajeno a la ética y a la historia real, que Roca Barea propone, culpando de nuestro mal no a los españoles sino a Lutero, a Voltaire o a una conspiración de marcianos venidos en platillos volantes, que el Dios imperial y católico que tanto le gusta nos coja confesados
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Re: Referéndum 1O Cataluña
Ola Verdi, k ases?ventemil escribió: ↑13 Dic 2021, 11:54los Estados hispanos (incluyo a España) son políticamente disfuncionales porque están moralmente debilitados. Por eso les nacen alrededor pequeños poderes feudales que los desafían y que, presentando múltiples apariencias, son en todos los casos lo mismo, un avance de la feudalización: guerrillas comunistas, cárteles de la droga, nacionalismos, regionalistas, indigenismos revolucionarios. Y se hacen fuertes frente a un Estado que es incapaz de hacer valer el imperio de la ley igual para todos. Esto se manifiesta en que estos Estados ceden y pactan con los señores feudales en nombre de la paz y de la convivencia pacífica, generando así su propio desprestigio y ahondando su debilidad. Esto es lo que han hecho los distintos Gobiernos de España frente al terrorismo y el nacionalismo, y es lo que ha hecho el Gobierno de Colombia frente a las farc. ¿El problema anida en esos pueblos? En absoluto. Los españoles han dado ejemplo durante décadas de civismo y valor, de férrea confianza en sus leyes y en sus instituciones frente al terrorismo, como lo están dando ahora frente al desafío secesionista en Cataluña. Admirables fueron también los colombianos cuando rechazaron en referéndum ceder ante las farc en 2016. Les fallaron sus élites, como ahora están fallando en España otra vez.
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Re: Referéndum 1O Cataluña
Vaya repaso le mete el Reverte jojojojojoRIP escribió: ↑13 Dic 2021, 13:12Esti ye el artículo que le dedicó Arturo a Roca Barea después de leer Imperiofobia obra de dicha autora
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Con la Ilustración, el extranjerismo y las malsanas doctrinas se infiltraron en nuestra patria»… Esa frase, leída en 1958 en mi libro escolar de Historia de España, figura con palabras casi idénticas en Fracasología, de María Elvira Roca Barea, que acabo de leer con más estupor que indignación. En su anterior libro Imperiofobia y leyenda negra, donde reivindicaba lo mejor de nuestra historia a costa de ocultar estragos y sombras, Roca Barea dedicó una mención poco simpática a las novelas del capitán Alatriste: criticar a la Inquisición le parecía antipatriótico. En su momento no le di importancia, pues novelistas como Pérez Galdós, Baroja y Blasco Ibáñez, de más talla que la mía, hacen innecesario rebatir esa estupidez. Pero en su nuevo libro, furibundo ataque contra la Enciclopedia y la Ilustración española del XVIII, Roca Barea vuelve a darme un pellizquito de monja, esta vez con Hombres buenos: precisamente una novela que escribí sobre el difícil empeño de los ilustrados en España, con el resultado de un siglo XIX infame y un XX trágico.
Así que, en vista de su insistencia y confiando en que me dé nuevos motivos, voy a ocuparme de Roca Barea; cuyo argumento en ambos libros, aplaudidos por lectores respetables –cada cual es muy dueño, y ahí no me meto– pero sobre todo por una derecha política necesitada de vitaminas para su anemia intelectual, es que nuestros males no provienen de gobernantes ni súbditos, sino de la conjura de otros imperios –judeomasónica, falta decir– que nos tenían envidia cochina. Montesquieu, Voltaire son culpables, y la España de los Austrias fue más moderna que la Francia ilustrada. En su doble, caprichosa y desordenada obra, donde mezcla hechos irrefutables con turbios escamoteos y desvergonzados autoelogios, Roca Barea llama «catetos» a los afrancesados, se chotea de Jovellanos, se pasa por la bisectriz o ignora el pesimismo de Galdós, la trágica dualidad de Goya («Dibuja lo que nunca ha visto»), la triste suerte de Moratín, la mirada de Larra, los juicios a fray Luis de Granada y fray Luis de León, el vitriolo de Quevedo, la melancolía de Cervantes, el Índice de libros prohibidos, el drama de los liberales perseguidos, el proceso Olavide, las universidades que, mientras la Ilustración cambiaba Europa, discutían si el purgatorio era sólido, líquido o gaseoso y forzaban a Jorge Juan, que trajo el cálculo infinitesimal de Newton, a escribir en sus libros: «Esto, que parece probado científicamente, no debe creerse por contrario a la doctrina de la Iglesia».
Y así, todo. Cuando afirma «la resistencia que el desarrollo científico encontró en España fue la misma que en todas partes», Roca Barea niega la tenaza de oligarcas y obispos que nos mantuvo analfabetos y atrasados durante siglos. Y al criticar el «cientifismo» con torpes argumentos («Cristina de Suecia era ilustrada pero insoportable») prescinde de lo escrito por historiadores serios, culpa de la independencia de América a las reformas ilustradas, menosprecia a Las Casas, olvida las revueltas indias aplastadas, sostiene que expulsar a los judíos no fue para tanto, atribuye la decadencia a conspiraciones francesas, inglesas y protestantes, descalifica a los intelectuales españoles, perdona la vida a Ganivet, Unamuno y Ortega, afirma que el problema de España son los autores que no la aplauden, y, lo que ya es el colmo, acusa a Menéndez Pelayo de dar munición al enemigo con su Historia de los heterodoxos españoles. Para rematar con algo inaudito: «España no ha sabido aceptar su posición subsidiaria en el imperio hegemónico que es EE.UU.».
Si Imperiofobia y Fracasología no fuesen monumento sincero al antieuropeísmo y la vanidad sin complejos de la autora («¿Alguien ha leído despacio a Max Weber?»), podrían atribuirse a mala fe. Para quien conoce las fuentes documentales que utiliza o esconde, su lectura produce vergüenza ajena: ninguna culpa tienen el gobernante corrupto ni el vulgo analfabeto. Los suyos son libros exculpatorios, no para mejorar lo que podríamos ser, sino para justificar lo que somos. Detalle clave es que pase de puntillas por algo fundamental: el Estado español nunca fue capaz de oponer un relato alternativo al de sus enemigos, pero no por causa de éstos, sino por incompetencia y dejación propias. Eso hizo que nuestra imagen exterior la modelasen quienes la autora llama «cotarro intelectual protestante». Y qué triste casualidad: ya no existen Isabel de Inglaterra ni Luis XIV, pero lo mismo ocurre hoy con la imagen de España que el separatismo catalán impone en Europa. Y si lo que podemos oponer a tal desafío es el relato reaccionario, ajeno a la ética y a la historia real, que Roca Barea propone, culpando de nuestro mal no a los españoles sino a Lutero, a Voltaire o a una conspiración de marcianos venidos en platillos volantes, que el Dios imperial y católico que tanto le gusta nos coja confesados
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Re: Referéndum 1O Cataluña
Joder , esto fue hace dos años ya . Luego salieron en defensa de Barea unos cuantos historiadores e intelectuales , Boadela y Savater entre ellos . A mi fue la polemica que me animo a leer Imperiofobia .